¿Cuándo se perdió la ilusión? Por la Navidad, por la vida, por las cosas insignificantes que hacen grande el día...
¿Cuándo se pensó que, al crecer, había que dejar de creer en todo? En nosotros, en los demás, en los sueños...
Desde luego, cada paso del camino, con sus piedras y cascadas, debe enseñar a que el avance sea más placentero y certero pero no voy a dejar que los escalones quiten las ganas, la fe; no permitiré que el mundo me cambie, aún no!