"Y ella le preguntó: -'señor Conejo, ¿Usted me ama?'- y él, con la frialdad y contundencia que le caracterizaba, contestó: -'¡No!... Entonces ella, llorando, cayó desconsolada preguntándose dónde había fallado, qué no tenía para ser amada, qué le sobraba para su rechazo; y don Conejo, de forma muy sabia, siguió hablando: -'¿Cómo voy a amarte si no eres capaz de amarte a ti misma?; Si, cada vez que algo no resulte como tú esperas, te culparás del resultado... Cuando no te trate como deseas, pensarás que ya no te amo y te culparás por ello cuando, a lo mejor, sólo sea porque haya tenido un día de m#€#€@...-'
Durante tantos años me he sentido tan Alicia, me he hecho tantas preguntas en silencio que se volvían retóricas sin encontrar salida... Hasta que, de repente, te das cuenta de que no podemos ser Alicia nunca más y no podemos cargar a un Conejo con el destino... A veces las cosas surgen o no, cuajan o no, salen o no, se dan o no... Y no es culpa de nadie "ni yo fui tan real ni tú fuiste para tanto", simplemente, no se consiguió; sin culpables, sin resentimiento...
Por no volver a ser una Alicia nunca más y continuar esbozando una sonrisa por cada logro conseguido, aunque no se alcance la meta.